Siempre hay una primera vez, hasta para el amor. Aquella primera vez tuvo un padrino de cariño murciano, mi recordado y entrañable GUSTAVO PÉREZ PUIG, el hombre que me metió en el alma las letras hermosas de la Murcia más pura. Por su culpa – bendita culpa – me convertí en murciano de adopción como lo era él.

Aprendí a quererla y respetarla cada vez que la radio, la vuelta a España o las invitaciones de mi queridísimo JOSE FRANCISCO PÉREZ SÁNCHEZ, me acercaban a la Murcia de verdad.

Todo ese pasado ha venido de pronto a este folio cuando CARLOS MOLINA me anunció que me habían nombrado GRAN MAESTRE del Certamen “Barrio del Carmen”. No podía decir que no. Habían estado insistiendo durante muchos años para que aceptara el nombramiento y, por fin, habíamos encontrado una fecha libre en el calendario de locos que sufre el fútbol, para poder estar en Murcia con ellos, con los amigos y, sobre todo con la TUNA, ese milagro estudiantil, de capa, pandereta y carácter, que todavía levanta pasiones en mi alma viajera y tunante.

He visto la nómina de Grandes Maestres que me han precedido y estoy asustado. No sé si podré estar a la altura de tanta calidad humana y profesional, pero lo voy a intentar.

Se lo merece esta ciudad enorme y bella, ese pueblo valiente y festivo, esa gran familia de las Tunas estudiantiles que van a devolverme, aunque sólo sea por un día, a las viejas rúas de Compostela, cuando con el hoy tuno de honor para siempre, mi querido Doctor Capela, me comía las noches santiaguesas a bocados de serenata, en mis primeros escarceos de micrófono y cubatas, mientras la luna de Compostela cantaba con nosotros lo triste y llorosa que se quedaba Fonseca, lo triste y llorosa que se quedaba la Universidad.
VIRGINIA MARTÍNEZPEPE DOMINGO CASTAÑO
Periodista
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